lunes, 9 de enero de 2012

1826

Casi 2000 despertares en tu ausencia,
1826 en realidad,
llenos todos de triste espera,
en que ni tu nombre queda ya.
Son sólo recuerdos amorfos,
destellos de ayeres que se van,
camicace pandemonio,
lúgubre espacio ya sin paz.
Son tantos pasados aleatorios,
de silencios y estruendos entre el mar,
intermitentes e inconclusos,
que dejaste así, sin terminar.

Me comprometo

Me comprometo a no desvirtuar recuerdos,
a no devaluar caricias,
y aún cuando tu sombra aleje.
me comprometo a no desdeñar mi vida.

Prometo estar a tu lado siempre,
aún cuando tu cuerpo trascienda de mi alma,
y si Dios me pide una sonrisa
me comprometo a darla.

Que mis lágrimas serán de sueños,
y mis besos de palabras,
pues si tú me lo pidieras,
me comprometo a no decir más nada.

No olvidaré instante alguno,
que resguarde mi esperanza,
y si vislumbro tu silueta,
renacerá sin duda la añoranza.

Más prometo no buscarte,
no sentirte, y no soñar,
me comprometo a olvidarte
me comprometo a no llorar.

Dejaré de largo que te marches,
estos versos habrán de resguardar,
cada silencio que no diga.
me comprometerán aún más.

Viaje noctámbulo

Viaje sombrío de placeres y andares,
psiconauta del deseo ferviente de ilusión,
vagando entre laureles, rosales entre espinas,
divaga mi silencio en abúlica razón.

Sinsentidos elocuentes de amorfas siluetas,
recrea mi inconsciente el vivo resplandor,
y renazco en silencio de gritos subsecuentes,
agónicos momentos de impúdica pasión.

Busco el motor del camino más silente,
que me guie en el camino del pasado más atroz,
cuando al volver la vista atrás encuentro mi presente,
que se obstina a recordarme el norteo de mi voz.

La brújula he perdido no encuentro el ingrediente,
que me ayude en este viaje de intensa abducción,
que libere mi mente de fantasmas avenientes
y me lleve al paraíso de intrínseco dolor.

Ojos grises

Y tras un estruendo cayó el chardonnay, las luces de la taberna se tornaban rozadas, luces que giraban en torno a la tapa de cumbrera y que simultáneamente se desplomaban como el último roce de una copa que se quebrantaba al contacto con el suelo. Se perdía un alma más que clamaba por su libertad en un silencio incómodo e intrascendente.
Nadie logró ver sombra alguna, el espacio entre la silueta que caía intrépidamente y el vino que se hacía etéreo, se consumió, no hubo sangre, no hubo gritos, la gente miraba y guardaba silencio, jamás alguien tuvo intención alguna de quebrantar aquella escena.
Tal fotografía trascendió en la mente de los presentes, cuando el chardonnay tomo la imagen del único culpable.
Habrían pasado quizá 3 minutos cuando el ruido del exterior hacia evidente que algo sucedía, ruidos de noche sucumbían por la ventana de aquel lugar, se mezclaban entre los suspiros y exhalaciones de los presentes, que en tumultos y entre sensaciones de angustia clamaban por un secreto que nadie se atrevería a confesar.
-Yo no hice nada-
Rompió el silencio una voz dulce que tiritaba frente al cuerpo inerte en el piso de la taberna.
Al otro lado de la barra la voz tomaba forma, una silueta curvilínea que daba cabida a unos ojos grises, grandes y brillantes que se azogaba y no dejaba de temblar.
-Claro que si pequeña-
-Tú le diste la copa-

Un roce

Llegó tu silueta ausente a mi cama,
como llega el silencio al vaho de tu voz
y espero paciente un roce del alba,
en pequeñas caricias que inmuta el calor.

Recorro el camino de noche en tu cuerpo,
y tu piel impregnada de impúdico olor,
saciando mis ganas de azules deseos
cayendo silente en exhausta pasión.

Bebiendo del cáliz me entregas el alma
fundimos las sombras sin miedo al pudor,
suprimo el espacio que corta mi aliento,
te obsequio el sonido que emula al dolor.