martes, 13 de enero de 2009

Identidad

Identidad

Amo la pasión profunda de las palabras,
no me culpes si no he de decir lo que quieres escuchar,
juzga mis actos, mis acciones
pero no mi forma de amar.

Déjame ser la soledad de las noches,
la agonía de tu andar,
vivo pendiente del secreto
y de la fantasía del mar.

Soy sendero por los viajes,
luminosos de esperar
y añoro la poesía fluida
de tu éxtasis hacia mi faz.

Deja que libere con mis besos,
el fruto inmaterial
de las gotas del rocío,
de los deseos sin piedad.

Cuando mis sueños te nombran

Cuando el mar no es sólo mar
y mi noche solo tuya,
cuando las ganas de llorar
son una eterna fuga.

Cuando mis labios te nombran,
cuando mis sueños son tuyos,
cuando mis pensamientos
son de ocasos profundos.

Cuando te recuerdo
cuando rememoro los momentos,
los buenos, los malos,
y los agónicos sufrimientos.

Cuando mi almohada te extraña
cuando el vaho de la noche no cubre mi sufrir,
cuando al lado de mi cama no te encuentro,
cuando muero de miedo yo sin ti.

Encierro

Ella se levantó de sobresalto, sus manos frías, su piel desnuda, caminó por la habitación en tinieblas, cuando aquella luz matutina que se filtraba por el ojuelo de la ventana llamó su atención, posó su mano en el cerco de la ventana, mientras tímidamente abrió la cortina.
Clara con cara de niña, Clara con cuerpo de mujer, Clara piensa en el porque de la vida, mientras admira ese tono difuminado del amanecer, ella se ha preguntado, si quizá haya algo allá afuera, si talvez, pudiera encontrarlo, si habrá algún motivo, algo que la ayude a buscar salvación… pero no lo hay.
Clara camina desnuda todas las mañanas, duerme y no sueña todas las noches, vive pendiente del sonido, de ese sonido, que nunca llega, de esos pasos sonoros en el piso de madera, pasos que jamás habrá de escuchar.
Cuatro paredes, una puerta cerrada, una ventana, un techo blanco, una cama, una silla, partículas grises en el aire, polvo inconcluso que sin percatarse cae, una cobija, una almohada y el deseo ferviente de encontrar una salida.
Clara lleva segundos, minutos, horas, días, meses, años buscando la respuesta del porqué, pero ella no comprende que el mayor encierro lo ha propuesto ella, se ha encerrado bajo llave, con doble cerrojo en ese abismo caótico del miedo que la consume poco a poco, de ese temor infantil que guarda dentro de su alma.
Toma un poco de agua, y ligeramente siente como el mundo va cambiando, siente ese frío intenso entrar en ella… Todo entra, nada sale… Ni ella

miércoles, 7 de enero de 2009

Anhelos

A la espera de un adiós perdido,
a la expectativa de aquella palabra que se fugó,
caigo sin prisa en el vacío
vacío que en alma me dejó.

Espero con paciencia en el camino
para hallarle rostro a aquella voz,
para salir de éste efímero comienzo
comienzo de la impúdica razón.

Sueño cada noche con el ruido,
inconstante anhelo de ilusión,
frío que atormenta los latidos,
los latidos de éste humilde corazón.

Y bajo mi almohada guardo el sonido
de aquella palabra que sucumbió,
que heló mi alma y mi deseo,
Mi deseo ferviente de tu amor.