A la espera de un adiós perdido,
a la expectativa de aquella palabra que se fugó,
caigo sin prisa en el vacío
vacío que en alma me dejó.
Espero con paciencia en el camino
para hallarle rostro a aquella voz,
para salir de éste efímero comienzo
comienzo de la impúdica razón.
Sueño cada noche con el ruido,
inconstante anhelo de ilusión,
frío que atormenta los latidos,
los latidos de éste humilde corazón.
Y bajo mi almohada guardo el sonido
de aquella palabra que sucumbió,
que heló mi alma y mi deseo,
Mi deseo ferviente de tu amor.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
hermoso poema, transmitis esa sustancia infeliz que es la melancolia,
ResponderEliminarun abraso